Iacobus Absconditus Peregrinorum
El itinerario por la Compostela más jacobea
La ciudad que crearon los peregrinos
“Al salir de la catedral hicimos nuestras pequeñas compras: conchas, rosarios, figuras de plomo...” Lo cuenta el francés Guillaume Manier, que peregrina a Santiago en 1726, con varios amigos.
Es un ejemplo entre otros muchos. La adquisición de emblemas y símbolos jacobeos, que conferían sentido y permanencia al viaje –continúan confiriéndolo, de otra forma–, era una de las maneras que tenían los peregrinos de hacer suya la meta compostelana, sus significados, sus secretos. Llegaban a ella desde toda Europa, islas incluidas, desde el siglo X para visitar el sepulcro del apóstol Santiago el Mayor. Había sido descubierto hacia 820-830 por un ermitaño en lo que ahora es el espacio del altar mayor de la catedral compostelana, que en aquel tiempo formaba parte de un antiquísimo cementerio.
El viaje a través del Camino de Santiago, la ruta histórica con múltiples ramales surgida en el medievo por toda Europa con meta en Compostela, podía durar meses y suponía una aventura repleta de dificultades y sorpresas.
Por eso, casi toda la ciudad estaba hecha a la medida de los peregrinos. Éstos, al llegar, prolongaban de forma real y emocional la experiencia del gran viaje por la propia urbe. Lo hacían por los albergues, los hospedajes preferidos por nacionalidades, los hospitales para los más pobres y enfermos, los cementerios donde enterraban a los fallecidos al llegar, las tiendas especializadas en sus necesidades, los centros devocionales de la tradición jacobea como la fuente del Franco, San Fiz de Solovio, etc.
El Santiago oculto de los peregrinos
La Compostela jacobea histórica se ha difuminado en gran medida. El tiempo la convirtió en el Santiago oculto de los peregrinos. Pese a ello, esa ciudad pensada por y para los caminantes europeos sigue ahí, conectando pasado y presente. Sólo hay que buscarla. Merece la pena. Era y es la prolongación necesaria para los peregrinos y peregrinas de cualquier procedencia tras la casi siempre intensa experiencia del Camino y la visita a la catedral. Era y es el modo de dar la forma final al largo viaje, a la emoción en la ciudad anhelada.
En definitiva, Compostela, surgida con el descubrimiento del sepulcro apostólico –su reveladora denominación inicial fue Locus Sancti Iacobi–, se desarrolló en torno a los peregrinos europeos que visitaban al apóstol Santiago y los usos mediante los que estos, a su vez, la hicieron suya. La fuerza de este pasado llega hasta el presente.
Por eso proponemos aquí el itinerario más jacobeo por la Compostela más singular. Una ruta sin comparación posible. Sólo realizable en esta ciudad y a la medida de lo que los peregrinos -ahora procedentes de los cinco continentes- y muchos turistas siguen buscando: el ser, el ánima que hizo Compostela. La etapa definitiva del Camino.